Magia

Ella era magia, pero él nunca creyó en la magia. Y poco a poco, ella también dejó de creer. Permitió que la lógica bloqueara su intuición, que el ego cegara su conocimiento ancestral. Dejó de lado su linaje de bruja para convertirse en la mujer que todos dicen querer. Esa mujer que a ojos mundanos nunca es suficiente. Pero su luz era demasiado brillante para ser opacada y no estaba destinada a vivir en las sombras. De pronto, la luz la encontró, y ella poco a poco volvía a creer, a creer en sí misma, en la magia, en la luz y todo lo que esto representa.

Y es que es tan fácil dejarse llevar por las apariencias, tan cómodo asumir que todo lo físico no tiene un origen divino. Lo externo es efímero, lo mágico infinito.

En este mundo donde seguimos condenando a los que ven más allá de sus sentidos, a esa gente que cura y que se cura. Pero al mismo tiempo la mercadotecnia sigue prostituyendo el concepto de «ser espiritual» porque creyeron que era una moda más. Con todo esto, quiero expresar, que me da tristeza saber que hay gente que aún no conoce la magia y peor aún, que convence a los demás que no existe. Y, es que es tan fácil dejarnos guiar por la superficie, cuando no entendemos que lo que experimentamos en este plano solamente es es reflejo del poco o mucho trabajo interior.

Así que tu, querid@ lector(a); sé embajador(a) de la magia; de esa que sana con amor y que tiene certeza en su luz y la de los demás. ¡Y nunca dejes de ser magia!